Cristal muere de nada

En su primer partido oficial del año, Sporting Cristal lució pesado. Se le vio cansado, falto de ritmo, algo oxidado. Es normal. El fútbol, como casi todo, se alimenta de la práctica, y la gran mayoría de equipos de la Liga 1 carecen de ella. No ha habido casi partidos oficiales, solo resultados sobre la mesa, goleadas fantasmas, papelones que, por suerte, no fueron transmitidos por TV.

En el papel, Cristal y Mannucci ya habían jugado en la fecha anterior. Técnicamente, venían de ganar 3-0, pero en realidad lo hicieron porque sus rivales de turno no se presentaron. Se notó. El partido se hizo difícil de ver: el campo pesado, el calor sofocante, pero, sobre todo, la falta de fútbol. Parecía un encuentro de pretemporada.

Aun así, Cristal logró someter, durante largos minutos, a su rival. La jerarquía de sus jugadores se imponía sobre todos los rivales, menos uno. La figura de Manuel Heredia, el arquero de los trujillanos, fue gigantesca. Salvó en la línea un cabezazo de Sosa, otro de Yotún, un remate de Ávila. Los celestes llegaban al área pero se topaban siempre con el portero.

En la segunda parte, Tiago Nunes realizó los cambios que el equipo pedía a gritos. El ingreso de Washington Corozo, sobre todo, fue el revulsivo que necesitaba Cristal. De sus pies salió un centro perfecto que aterrizó en la cabeza de Sosa. El uruguayo colocó bien el balón contra el segundo palo para marcar el 1-0.

Ya con Távara y Ascues en la cancha, los rimenses parecían más enteros, pero aun así cometieron demasiadas faltas en campo propio, lo que le dio vida a un Mannucci que no tenía ideas ni gasolina. Un poco sin saber cómo, el juvenil Bryan Urrutia, entre tropezones, marcó el 1-1 sobre la hora, luego de una falta polémica que el muy mediocre árbitro Edwin Ordóñez cobró casi sin pensar.

Es posible que Cristal mereciera llevarse algo más de Trujillo, pero lo cierto es que pagó muy cara su falta de definición y su poca inteligencia para cortar el juego sobre el final. Tampoco se le puede pedir demasiado a futbolistas que juegan su primer partido oficial un 12 de febrero, cortesía de la inoperante e inepta Federación Peruana de Fútbol.