Prueba fallida
Reynoso experimentó ante Japón y fracasó. Guerrero y Lapadula no funcionaron del todo como pareja. Cueva decepcionó en la banda.
La selección peruana se regresa de su gira asiática con un sabor amargo. Luego de la convincente victoria sobre Corea del Sur, Japón -un equipo bastante más cuajado- superó sin problemas a los de Juan Reynoso, sellando una goleada que provoca ciertas dudas en un grupo que está a poco más de dos meses de debutar en las eliminatorias sudamericanas.
El técnico de Perú realizó seis cambios respecto del once que presentó en Busan, ante Corea: López, Zambrano, Cartagena, Cueva, Peña y Lapadula fueron integrados a un esquema que dejó muchas rendijas, sobre todo en defensa. Lo que más sorprendió fue la presencia de dos puntas netos, como son Gianluca y Paolo, desde el arranque. Ese es un modelo con el que la selección peruana no se ha sentido cómoda en los últimos años.
Si bien hubo algunos chispazos y combinaciones que podrían funcionar, en el futuro, en determinados escenarios y contextos, podría decirse que esa apuesta fracasó. Pero eso tuvo más que ver con los apoyos desde el mediocampo, algo intermitentes y desordenados. Que Cueva y Peña ocuparan las bandas, sobre todo en defensa, no tenía mucho sentido a priori, y quedó claro por qué: fueron superados constantemente por los mediocampistas japoneses.
Lo de Cueva es, a estas alturas, preocupante. De presente muy inconsistente en Alianza Lima, tendrá que dar un importante salto de calidad si quiere ser titular en las eliminatorias. Perú lo necesita. Y necesitará también mejores versiones de Zambrano, sumamente desordenado, y de sus laterales. Lora tiene unas de cal y otras de arena: todavía genera muchas dudas en defensa, ya que se complica la vida a la hora de achicar los espacios, como sucedió en uno de los goles de Japón.
Si bien el resultado es duro, lo que más preocupa es la forma en cómo se dio: la Blanquirroja casi nunca estuvo en el partido. No fue, como dijo Guerrero, un resultado engañoso. Lo cierto, sin embargo, es que para esto también sirven los amistosos: para probar, para equivocarse y para despejar dudas. Lo bueno empieza en septiembre: ahí se verá de qué está hecha la selección de Reynoso.