Triunfo de campeonato

Lo de los triunfos de seis puntos es un lugar común, lo mismo que dejarse el alma en la cancha o lo de madrugar al rival. Pero los lugares comunes existen por algo, y hoy quedó claro por qué. Todo eso pasó en Matute este miércoles por la noche: Alianza ganó más que tres puntos, se dejó la piel en el campo y se comió a un Melgar que salió dormido. Suena algo cliché, sí, pero todo pasó en una noche.

Jugó también Matute, con su público efervescente, que responde siempre en las grandes citas. Como el Monumental el último sábado, los estadios lucen hermosos cuando la gente los llena y las luces alumbran un campo en el que salen bien las cosas. Respondió la hinchada íntima y, sobre todo, los jugadores: Concha, Lavandeira, Barcos, Arley, Peruzzi -inmenso refuerzo-, todos hicieron lo que tenían que hacer. También el comando técnico de Guillermo Salas, que ha inyectado ilusión a un plantel que lucía decaído.

Melgar, posiblemente agotado por una racha muy exigente de partidos nacionales e internacionales, salió a enfriar una caldera, algo que suena menos arriesgado de lo que es: imposible apagar un incendio con un hilo de agua. Los arequipeños no solo no enfriaron nada, por el contrario, se quemaron por partida doble y cuando amanecía.

Los incendiaron Lavandeira y Barcos, en seis minutos. Primero, el mediocampista recibió un pase de cabeza del delantero y definió desde el área chica. Un instante después, el veterano ex Gremio aprovechó un error de Pérez Guedes y, tras un recorte digno de un futbolista de su clase y terminó el partido cuando todavía quedaba una vida.

Porque, más allá de la ocasión que desperdició Bordacahar, Melgar nunca pudo meterse en el partido. Los roles se revirtieron: fue Alianza el que congeló el juego, el que esperó sin apuro y con paciencia, el que le bajó el ritmo. Con oficio y autoridad, los íntimos sacaron tres puntos que los meten de lleno en la pelea por el Clausura -quedan a un punto del líder, Cristal- y en el acumulado.