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REAL MADRID-BARCELONA

El Clásico del vermú: La necesidad vs la oportunidad

Cristiano llega a tiempo para un Clásico que el Madrid juega sin red. El equipo de Zidane tira cuatro veces más por partido y ha hecho 12 goles menos.

Actualizado a
El Clásico del vermú: La necesidad vs la oportunidad

Se citan en el Bernabéu jugadores por valor de casi mil millones de euros, propiedad de dos clubes que albergan en sus museos 17 copas de Europa, para un partido que verán más de 650 millones de personas en 182 países. No hay producto nacional más lujoso en el mundo del fútbol. Un desafío global que se juega mirando al título y al mercado asiático, que obliga al horario del aperitivo. Y se sirve como tapa el drama: es pelota de partido para el Madrid y ocasión única para el Barça de despejarse el camino a la Liga. Un escenario impensable en agosto, cuando un Madrid bicampeón fichaba para el futuro y el Barça pretendía, en un mercado imposible, sobrevivir al shock Neymar. “No están bailando”, dijo entonces Piqué en el banquillo, tras ser sustituido en el partido de vuelta de la Supercopa. “Por primera vez desde que volví al Barça vi al Madrid superior”, suavizó luego ante la Prensa.

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La estadística es incapaz de explicar esos once puntos (ocho si el Madrid le ganara al Leganés) que separan al líder del campeón. El Madrid dispara casi cuatro veces más por partido, pero ha marcado 12 goles menos. Y le rematan dos veces menos pero ha encajado cuatro tantos más. Menos pegada y menos mandíbula. Aquella catarata de tiros al aire en las primeras semanas, producto de la falta de puntería y del síndrome postsupercopas, le ha hecho llegar postrado a este Clásico. En verano se hubiese apostado por una situación inversa, pero nunca por esta.

Otra paradoja es que el Madrid, que ha visto cómo se le lesionaban hasta trece jugadores en cuatro meses, llega a la cita con la plantilla al completo, mientras el Barça, más favorecido en este capítulo, se encuentra con cinco jugadores en la enfermería o en recuperación, aunque sólo dos bajas son significativas: Umtiti y Dembelé.

El Madrid llega subido en la ola del Mundial de Clubes y una clara mejoría en su juego, probada en cuatro triunfos consecutivos. También con una foto fija en la alineación, que será la de las finales (Cardiff y Abu Dhabi) aunque Bale vuelve a estar en buen uso. Él solo, o en compañía de otros (Asensio, Lucas…; Ceballos no entró en la lista), es un lujosísimo plan B. El Barça es más versátil, pero caído desde hace meses Dembelé, Paulinho entra en esta versión más industrial para auxiliar a Busquets. Pese a la amenaza de Marcelo, parece que Valverde no cambiará a Sergi Roberto por Semedo.

Cristiano y Messi

La sensación es que ambos equipos llegan en máximos. Las previsiones hablan de un reparto equitativo de la pelota (pasaron los tiempos de esa posesión obsesiva del Barça, que ahora supera en ese capítulo al Madrid en sólo dos puntos) y el protagonismo de héroes que han ido saliendo al camino: Ter Stegen, el propio Paulinho, el Isco de principio de curso o los Varane y Modric del Mundial de Clubes. El croata, gobierno en la sombra del Madrid, puede ser la llave del duelo.

Y en el centro de la escena, Cristiano y Messi, la más larga rivalidad de la historia del fútbol, el toque de distinción de LaLiga. El Clásico es el partido más repetido en sus vidas (31 del portugués, 36 del argentino). Le ha ido mejor a Messi, que marca en tres de cada cuatro, por uno de cada dos de su oponente. También ha ganado más, pero no en los últimos tiempos. Con eso ha acabado Zidane (una derrota en cinco partidos). Cristiano, que casi no se ha entrenado esta semana por el planchazo alevoso de Geromel en el Mundialito pero que ha sanado a tiempo, aún está por explicar por qué en la Liga mete un gol cada cuatro horas y en la Champions uno por hora. Messi, autor del 33% de los goles de su equipo, es más regular, pero ha ido de más a menos. Metió 11 tantos en las ocho primeras jornadas y sólo tres en las ocho últimas. En cualquier caso, el argentino ha sumado más de cuarenta goles al año en los últimos ocho y el portugués en los últimos siete. Un duelo fabuloso que nunca cansa.