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COPA LIBERTADORES

La peligrosa "media peruana" en Copa Libertadores

En las primeras dos fechas de Libertadores, los equipos peruanos no han sido capaces de ganar. En casa dan la cara, pero se les ven los defectos como visitantes.

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La peligrosa "media peruana" en Copa Libertadores

Panorama sombrío para los equipos peruanos después del arranque de la ronda de grupos en la presente Copa Libertadores. Seis partidos, tres empates como locales, tres derrotas de visita. Es como si hubiera una necesidad de establecer una media que no sea la inglesa -empatar de visita ganar de local- sino una nueva, propia, que tiene sumidos a los clubes peruanos hace mucho tiempo en posiciones relegadas dentro del continente.

Melgar ha tenido el mérito de superar dos llaves consecutivas para iniciar luego su participación empatando en Arequipa ante San Lorenzo de Almagro, equipo de historia valiosa pero con presente insípido en los últimos lugares de la Superliga argentina y, seguidamente, caer sin atenuantes de visita ante un Palmeiras a media máquina y por amplio marcador.

El campeón Sporting Cristal, que busca una audaz propuesta de juego y choca con su desequilibrio y vulnerabilidad, empezó perdiendo 5-4 de visita ante la Universidad de Concepción y empatando a duras penas y sin convencer, ante el 14º de la liga Argentina, Godoy Cruz.

Alianza Lima, presuntamente el que mejor se reforzó pero que menos tiempo tiene de trabajo con su actual técnico, debutó ante River Plate, el campeón vigente, resignando con el 1-1, lo que pudo ser una gran victoria hasta la última jugada del partido. Como si fuera ese, el eterno destino de nuestros equipos: encontrar resultados adversos después del minuto 85. Luego visitó Porto Alegre para caer 0-2 ante un Inter que lo resolvió en apenas 30 minutos.

Historias parecidas todas. Males del fútbol peruano en su conjunto y no de algún equipo en particular por una cuestión coyuntural. Duele pero es la media peruana: empatar de local y perder de visita.

Lo peor de todo es que esto no sorprende. Solemos insistir en la chatura de nuestro mentiroso torneo, en la poca intensidad y ritmo de los partidos locales, en la escasa competencia de rigor de nuestra cotidianidad y en las tremendas ventajas que nuestros equipos otorgan por falta de agresividad en el aspecto defensivo. ¿Qué hacer? Sin duda seguir en la brega intentando afrontar cada partido como un desafío en sí mismo y sin reparar tanto en la suma de puntos de la tabla.

Cada punto le cuesta a los equipos peruanos, los sufre, pero no hay otro camino que competir, sobre todo contra las limitaciones propias. Son los temas imprescindibles por resolver en lo interno. Nuestro fútbol es de pijama. Solo para entre casa. Hay que prepararlo para salir. Vestirlo y acicalarlo. Y ello pasa por mejorar las canchas, las programaciones, el calendario, determinadas políticas deportivas, desarrollar mucho más la precaria formación y hacer cumplir seriamente las exigencias reglamentarias para que nuestro fútbol no sólo sea llamado, sino también parezca, un deporte profesional de alta competencia. Hoy no lo es y no es fácil la tarea.

Requiere de mucho tiempo. Más todavía si las decisiones que se toman son lentas y si la poca convicción de los gestores del fútbol peruano no le permiten continuidad a los procesos. Nuestras fábricas de futbolistas son obsoletas, requieren de reingeniería; mientras tanto hay que seguir luchando y sufriendo punto por punto. Y romper en lo posible con esa nueva y dolorosa "media peruana".