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ALIANZA LIMA

Alianza en la Copa o por qué las maldiciones no existen

Ayer, los íntimos batieron el récord de más partidos seguidos sin ganar, pero su caso no es aislado: los clubes peruanos no compiten en la Libertadores.

Actualizado a
Argentina's Racing Club midfielder Benjamin Garre (L) scores against Peru's Alianza Lima during their closed-door Copa Libertadores group phase football match at the Alejandro Villanueva Stadium in Lima, on September 23, 2020, amid the COVID-19
PAOLO AGUILARAFP

Que Alianza Lima haya perdido otro partido de Copa Libertadores ya casi no es noticia. Los íntimos llevan 21 partidos al hilo sin ganar en el certamen más importante de América, con lo que batieron el récord del Deportivo Galicia de Venezuela, según datos de Mr. Chip. Ayer volvieron a caer en casa, esta vez frente a Racing y nuevamente en los últimos minutos, lo cual ha reactivado esta idea de una “maldición” que aqueja al equipo de La Victoria.

Lo cierto es que, si bien Alianza es claramente el peor equipo peruano de las últimas décadas en la Copa, no es una excepción: la inmensa mayoría de clubes de nuestro país se limita a participar sin competir en una Copa que, más que una obsesión, es una pesadilla.

La última vez que un equipo peruano pasó a octavos de final fue en el 2013, cuando Real Garcilaso -ahora Cusco FC- sorprendió al continente metiéndose en cuartos. En el 2010, Alianza y la U llegaron a octavos, en el 2009 lo hizo la San Martín, en el 2004, Cristal, y en el 2002, Cienciano. Ahí tenemos que parar de contar los “éxitos” en el siglo XXI, si es que consideramos un éxito pasar la fase de grupos.

¿Cómo puede ser que, en 20 años, los equipos peruanos sólo hayan conseguido clasificar a octavos en seis ocasiones? Las explicaciones son muchas y van, por supuesto, mucho más allá de maldiciones o pesadillas. Todos los problemas tienen causas y, para solucionarlos, hay que ir al origen.

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Un problema estructural

El problema del fútbol peruano es tan estructural como el del país. Somos una nación sin Estado, o con un Estado raquítico y torpe. La centralización -un mal nacional- ha afectado también al fútbol: las operaciones de la Federación Peruana de Fútbol están centradas en la capital, al igual que la mayoría de clubes formales que sí invierten en la formación de sus futbolistas.

Sin divisiones inferiores sólidas, es imposible cosechar éxitos a largo plazo. Con una Federación corrupta, inepta y cuyo presidente revende entradas para quedarse con algo en el bolsillo, es difícil soñar con un cambio estructural como el que se necesita. Casos como el del Independiente del Valle, un equipo modesto dentro de un país modesto, son muestras de que se puede llegar lejos si es que se comienza desde abajo, desde la raíz.

Pero esto no ha sucedido ni en el fútbol peruano a nivel de selecciones ni mucho menos en los clubes. Alianza, que se jacta de formar juveniles de proyección internacional, sigue fichando futbolistas indisciplinados que, además de dar un pésimo ejemplo, perjudican deportivamente al club. Binacional sólo avergüenza al país y a sus hinchas al presentarse en la Copa, con una dirigencia que nunca ha tratado a sus jugadores como seres humanos y que sólo busca réditos económicos.

Lo de Alianza, por lo tanto, no es una maldición. Es el fruto de muchos años de inacción, de corrupción, de proyectos truncos, deudas sin pagar y malhechores que fungieron de dirigentes. Que sea uno de los peores equipos de la historia de la Copa Libertadores es, en realidad, un llamado de atención para el país, que sigue siendo la burla del continente cuando hablamos de fútbol de clubes.