¡Alianza, bicampeón de la Liga 1!

Alianza Lima se ha coronado bicampeón de la Liga 1. Lo hizo remontando una final ante FBC Melgar, un gran equipo que no estuvo a la altura de la cita en el Alejandro Villanueva, frente a miles de hinchas blanquiazules que colmaron la casa del campeón. Pablo Lavandeira, la figura del equipo en el año, volvió a serlo en la final: dio una asistencia y marcó el segundo gol.

No fue un inicio fácil para Alianza, a pesar de que Matute se vistió más de gala que nunca para la fiesta. El aliento incondicional de los hinchas blanquiazules -los más fieles de la Liga 1; solo hay que remitirse a los datos- empujó al equipo a buscar la remontada, pero los futbolistas lucían más ansiosos que motivados por su gente durante buena parte del primer tiempo.

Hasta que apareció Yordi Vílchez, el villano que marcó el gol en contra en Arequipa, para reconciliarse con la historia y poner el primero de los suyos. Lo hizo mediante un buen cabezazo en el primer palo, en una de las últimas jugadas de la primera parte, tras un centro venenoso de Lavandeira.

El tanto supuso un duro golpe para Melgar, que había jugado relativamente bien los primeros 45′, pero que se iba sabiendo que tenía que anotar para evitar los penales. A pesar de que empezó bien la segunda parte, el equipo arequipeño volvió a mostrar flaquezas en defensa, lo que aprovechó nuevamente Alianza para anotar el 2-0.

Esta vez Lavandeira apareció en el área, tras un centro de Arley Rodríguez. El uruguayo nacionalizado peruano remató en el área a medias con Alec Deneumostier para superar a Carlos Cáceda y hacer estallar Matute en el 73′. Melgar buscó forzar los penales con la falta de lucidez que genera la desesperación, pero ni siquiera estuvo cerca.

Ángelo Campos contuvo el par de remates de Bernardo Cuesta y Alianza se dedicó a contener las llegadas de la visita, incluso con Hernán Barcos metido dentro del área rechazando cada centro como si fuera el último. A los 96′, Bruno Pérez, de correcto arbitraje, pitó el final, con lo que Matute volvió a estallar de alegría. No es para menos: un bicampeonato no sucede todos los días.