El Atleti acelera en San Mamés
Correa y Carrasco firman una importante victoria ante el Athletic. Raúl García recortó distancias en el descuento. Protagonismo de Estrada Fernández.
Del Wanda Metropolitano se había llevado el gol pero no el aplauso para Griezmann. Julio estaba más reciente que todos sus goles, julio y su coqueteo inglés contado en Francia. Seguía siendo el mismo pero un runrún le rodeaba. Es Griezmann, pero... Es Griezmann, pero... Pero ayer visitaba San Mamés para sacar un capa como si fuera bandera y espantar en 90 minutos toda duda y quizá. Es Griezmann, sí, y hoy viste de Atleti. Si las rotaciones de Ziganda se habían llevado por delante a Beñat y a Williams, las de Simeone nunca le incluyen a él. Aunque ayer hubiese, devolviendo a Giménez o Gaitán al once y dejando a Thomas y no al capitán, Gabi. No por ser ya habitual deja de ser raro. Tiago y Gabi, tanto sostén, uno retirado, el otro en el banquillo, hace sentirse, de repente, muy mayor, o extraño en un mundo donde el Atlético de Madrid viste de azul camuflaje y rosa. Otro traje que le sienta como un guante a Griezmann: 35 minutos de confianza le dejaría al Athletic.
35 minutos con los dos equipos haciendo veredas por sus izquierdas, Balenziaga en el Athletic, Filipe en el Atleti, y un partido trepidante, de ida y vuelta, y arañazos en ambas áreas: más dominio tuvo el Athletic, más peligro, el Atleti. Porque lo intentó primero Lekue con un disparo flojito, como de aviso. Lo de San José fue más peligroso. La vida que a veces pasa ante un jugador en el área, mientras que piensa y va a golpear, salvó al Atleti y a Oblak: se la rebañó Godín de la pierna con limpieza quirúrgica, cuando estaba listo para rematar a matar.
Casi mata ese que ese inevitable no querer, unodinoi, uno tanto de ellos ya, Raúl García, con una volea que Oblak detuvo en dos tiempos. A partir de ese momento el Atlético equilibró el campo como si fuera un tablero caído, consciente de una única verdad: un fallo sería jaque mate.
Con Giménez, arma anti Aduriz, pendiente de cada balón que le fuera cerca, para cuerpearlo, el peligro del Athletic se concentraba, sobre todo, en unas botas, las de Muniaín. En el Atleti, Gaitán, que parecía no estar, de pronto se fue en slalom a la portería de Kepa y estampó un balón en el palo que despertó a su equipo, y a Griezmann. Que estaba en su campo fetiche, San Mamés, y a la media hora logró quitarse de encima a Unai Núñez para comenzar a demostrarlo. O intentarlo, porque enfrente tenía a Kepa, 22 años y 1,86 de porterazo, y le detuvo un mano a mano. En el partido de ayer los héroes llevaban guantes. Pronto pediría foco Oblak.
Porque Filipe derribó a Raúl García en el área (desde unos ángulos, claro; desde otros, dudoso) y Aduriz agarró el balón mientras Oblak esperaba tranquilo bajo sus palos. Porque daba igual que Aduriz tiraba fuerte y arriba, tirara bien, enfrente estaba él, él y sus guantes, y en su portería los penaltis en los partidos no entran. Salto felino, balón despejado. En la que va de temporada ya ha parado seis de diez. Es un héroe que nunca descansa.
San Mamés engulló los bocadillos de la cena aún con la electricidad en el aire. En cuanto comenzó la segunda parte se les cerraría el estómago. Griezmann seguiría llenando de chispas San Mamés en cada carrera, mientras San José e Iturraspe se desmoronaban de repete ante Saúl y Koke. Ziganda, consciente de que el partido se le iba, llamó a Beñat y Williams, pero lo hizo 60 segundos tarde. Lo único que hicieron fue ver de más cerca la penúltima maravilla de Griezmann en San Mamés. Toque sutil y pase al hueco para la carrera de Koke cuyo pase de la muerte, atrás, para Correa resultó letal: el jaque mate, el 0-1.
La última sería pocos minutos y dos goles más anulados al francés por fuera de juego, con otro pase en el que demostró que tiene ojos en la espalda: recibió y a la media vuelta envió el balón al pie de Carrasco para que el belga hiciera el 0-2, ante un Athletic, una vez más, bloqueado y aniquilado por ese francés crecido en Zubieta. Hubo quién abandonó San Mamés, negando, pero aún quedaría mucho para el final. Una lesión de Filipe, un gol anulado a Williams y otro legal, de Raúl García, con el que cerraría el partido San Mamés, maison de Griezmann.
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