El valor de lograr ir a Rusia
Han pasado 35 años desde que Perú no logra acceder a un torneo mundial de fútbol. Y no han sido fáciles. La presencia peruana en México 70, Argentina 78 y España 82 fue más el resultado de dos extraordinarias generaciones de jugadores que lograron meterse en la élite mundial, que la respuesta a un trabajo sostenido en el tiempo.
Peor aún, de aquellas tres asistencias se aprendió poco. Y es que tres décadas y media después, las taras que arrastra el fútbol de Perú se mantienen: Improvisación, informalidad, desorden, falta de trabajo de base y pobre infraestructura. Debido a ello, con el correr de los años, se sucedieron las eliminaciones y se fue instalando una obsesión enfermiza por volver a los mundiales como si fuera un derecho adquirido y no la consecuencia de trabajar y merecerlo.
Hoy, aquel trauma que se arrastra desde el final de España 82 puede terminar. La selección que viene dirigiendo Gareca con inusitado éxito ha logrado, contra todo pronóstico colocarse ante la gran oportunidad de romper con aquel maleficio.
Si al inicio de la eliminatoria nos hubiéramos planteado un escenario deseado - dentro de lo que puede considerarse realista -, habría habido un consenso en aspirar al quinto lugar para la repesca, y si luego habríamos preguntado ante quien afrontar esa repesca, la respuesta general habría sido que sea ante el que venga del medio cupo de Oceanía.
Así han quedado puestas las cartas y Perú no puede desaprovechar esta ocasión. Clasificar a Rusia 2018, sin embargo, no debe ser visto como el éxito del fútbol peruano. La verdad es que esta selección ha competido muy por encima de lo que nuestro balompié local ofrece. A eso debe apuntarse entonces: a que, estar en Rusia 2018, rompa el maleficio de 36 años viendo los mundiales por tv y se convierta en el bálsamo que alivie los dolores acumulados y dé paso a la lucidez y credibilidad de provocar un despegue definitivo de un fútbol peruano que tiene mucho por resolver para ser competitivo en el tiempo.
Que así sea. Gareca, su equipo de trabajo y el compromiso de los jugadores en los cuales creyó, lo merecen. Y por supuesto, la sufrida hinchada peruana - no es un cliché, por 36 años nuestra afición viene sufriendo en serio - también. Nueva Zelanda será duro en la medida en que Perú equivoque el camino, pero con todo el respeto que merece, es de una competitividad inferior y eso debe demostrarse en la cancha.