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MERCADO

El fútbol vale ahora 40 veces más que hace veinticinco años

Los derechos televisivos y los magnates disparan el mercado de fichajes. LaLiga ingresaba por televisión 40 millones de euros al año en 1990, hoy está en 1.700.

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El fútbol vale ahora 40 veces más que hace veinticinco años

EI pasado domingo, el Barcelona hacía oficial el fichaje de Coutinho obviando las cifras, pero es conocido que alcanzará los 160 millones de euros entre fijo y variables, lo que le convierte en el fichaje más caro en la historia del fútbol español. Coutinho, de 25 años, sólo figuró entre los 30 candidatos al Balón de Oro en 2017. Ocupó el último puesto y no obtuvo ningún voto. Su reputación está muy alejada de su precio.

Seis de los diez traspasos más altos de la historia se han producido en los últimos dos años y cuando ha transcurrido poco más de una semana desde la apertura del mercado invernal, factor de corrección que mueve menos dinero que el veraniego, se han pagado ya más de 65 millones de euros por tres jugadores (Coutinho, Van Dijk y Diego Costa). Han saltado todas las costuras del fútbol por dos factores fundamentales: el incremento brutal en el precio de los derechos de televisión y la llegada al fútbol de grandes fortunas no generadas por la industria con efectos económicamente dopantes.

En 1990, el fútbol español firmó la primera venta conjunta de derechos televisivos. Autonómicas y Canal+ se comprometieron a pagar 54.000 millones de pesetas (325 millones de euros) por ocho temporadas. De aquellos 40 millones anuales se ha pasado a casi 1.700, una cifra 42 veces superior. La dependencia de esos ingresos se ha convertido en brutal, especialmente para los clubes modestos. Mientras para el Madrid supone poco más del 20% de su presupuesto, para el Eibar significa casi el 90%.

Ese estirón se repite en las grandes ligas europeas. En 1992, los derechos de la Premier se vendían por 51 millones de euros al año. Hoy están en 2.300, 44 veces más.
Pero no sólo los operadores televisivos han hecho saltar las costuras. En 2003, el magnate ruso Roman Abramovich, con intereses en industrias petrolíferas, siderúrgicas y aeronáuticas y con una fortuna estimada de 5.300 millones de dólares, adquiría el Chelsea, un club inglés de palmarés discreto que sólo sumaba una Liga inglesa. Desde entonces, y tras una inversión de 1.678 millones de euros en fichajes, ha conquistado cinco veces la Premier y ha ganado una Champions League y tres FA Cup.

El fútbol comenzaba a utilizarse como una poderosa arma de marketing al servicio de los propietarios de los clubes. En 2005, otro magnate, el norteamericano Malcolm Glazer, se hizo con el 70% del accionariado del Manchester United. Murió en 2014 sin haber pisado Old Trafford. El descontento de la afición hacia él fue tal que llegó a fundar un club paralelo, el United FC, que comenzó a competir en ligas regionales.

El otro equipo de la ciudad, el City, acabó en manos de Mansour bin Zayed, hermano de padre del presidente de Abu Dhabi. El mismo día en que el club cambió de dueño fichó a Robinho, del Real Madrid, por 42 millones de euros. Desde entonces ha gastado 1.512 en jugadores y ha ganado una Copa y dos ligas.

En 2011, un fondo de inversión fundado por el emir de Qatar se hacía con el París Saint Germain. En su primera temporada gastó 107 millones en fichajes, la misma cifra que había gastado el club en los siete años anteriores. Este verano invirtió 418 millones (contando los 180 de Mbappé, que abonará en junio), una cifra jamas alcanzada. Los 222 que pagó por Neymar desencadenaron el efecto dominó que arrastra, por ahora, a Barça y Liverpool. Y que han provocado una denuncia de LaLiga ante la UEFA por posible quebranto del fair play financiero. Y es que el fútbol español sospecha que su reinado (ha ganado las últimas cuatro Champions) está en peligro de muerte.