LIMA 2019
Solano jugó con el prestigio de la selección peruana
La sub-23 hizo un papelón en Lima 2019. Más allá de los resultados, lo más grave es que Solano desprestigió a la blanquirroja.
Dirigir a la selección de un país es una gran responsabilidad. Los resultados que pueda conseguir un equipo nacional no competen solo a los jugadores y al cuerpo técnico, sino a todo un país. Por eso, en cada actuación, cada partido y cada pelota disputada, debe quedar claro el nivel de exigencia que implica representar a una nación.
La selección sub-22 (con dos refuerzos) que armó Nolberto Solano le faltó el respeto al Perú. Lo hizo desde antes de que iniciara Lima 2019: ya desde la convocatoria inicial, en la que Ñol llamó a Mauricio Montes, un delantero de 37 años que nunca ha salido del país y que tampoco ha marcado jamás más de 15 goles en una temporada, quedaba claro el poco interés del seleccionador por presentar un equipo competitivo.
Solano desperdició sus posibilidades de refuerzos con un delantero en el ocaso de su carrera y un portero. Con un equipo tan frágil en defensa y con apenas construcción de juego desde el medio campo, la convocatoria de Montes y Cáceda resulta absurda. Tampoco es que sobren jugadores en el torneo local, pero, sin pensarlo demasiado, a este equipo le hubiera venido realmente bien un Calcaterra o, en realidad, casi cualquier volante de primera línea con experiencia y oficio. Lo mismo puede decirse con la defensa.
Ninguna selección de fútbol de ninguna categoría había quedado última en su grupo en un torneo continental en el que fue anfitriona. Perú lo hizo en una zona en la que enfrentaba a Jamaica y Honduras, selecciones absolutamente limitadas, desordenadas, presas fáciles para cualquier equipo con un poco de oficio, algo de lo que careció por completo el combinado local.
Más allá de los pésimos resultados, lo que preocupa es la poca seriedad con la que se afrontaron estos Panamericanos. Finalmente, se trataba de una gran oportunidad para empezar a conocer a algunos de los jugadores que reemplazarán a los más experemintados de la selección mayor. Lo que ha sucedido, en cambio, es que Solano ha conseguido que esos mismos jugadores parezcan peores de lo que son y pierdan la confianza que tanto le había costado lograr a Gareca.
El prestigio ganado por la selección mayor debería seguir intacto, pero es natural que el papelón protagonizado por el equipo de Solano afecte la reputación del país. Ponerse la blanquirroja es una responsabilidad; y dirigir a un grupo de chicos ilusionados por representar a su país, aún más.
De ahí que acusar a sus jugadores, como hizo el seleccionador sub-23 después del 0-2 frente a Jamaica, de tener poco carácter sea una falta de respeto para el país. El carácter se empieza a contagiar desde el banquillo, y Solano perdió esa batalla desde el arranque armando un equipo poco competitivo y compenetrado.
La falta de tiempo -excusa pronunciada unas cuantas veces por el entrenador- no puede ser una razón, porque todas las demás selecciones han tenido las mismas dificultades. A falta de autocrítica, habrá que reconsiderar el papel de Solano en la selección mayor, ya que la FPF básicamente lo colocó ahí para absorber las enseñanzas de Gareca. Todo parece indicar que el Ñol, tan querido por los peruanos, no ha aprendido demasiado.