UNIVERSITARIO DE DEPORTES
Universitario Femenino dejó el alma en la Libertadores
Las jugadoras de Universitario no contaron con el mínimo apoyo para participar en la Libertadores. Aún así, dieron una inmensa muestra de amor propio.
Ellas tenían un sueño pero su país no quiso que lo cumplieran. Las jugadoras de Universitario de Deportes participaron en la primera Copa Libertadores de su historia, representando no solo al club sino al país, pero fueron dejadas de lado, abandonadas, ninguneadas. Los casi trágicos resultados de los dos primeros partidos internacionales, frente al América de Cali y al Corinthians dejaron al desnudo cada uno de los problemas estructurales del fútbol femenino en el Perú.
Los dos primeros encuentros de Copa fueron sencillamente bochornosos. Las chicas de la 'U' se enfrentaron a jugadoras profesionales, físicamente y mentalmente preparadas. Nunca hubo competencia, lo cual atenta contra una de las premisas básicas del deporte.
Las futbolistas de Corinthians y América de Cali son profesionales: le dedican la mayor parte de su tiempo al deporte, a entrenar a diario. No cobran sueldos astronómicos como sus pares masculinos pero pueden vivir de eso, y forman parte de estructuras sólidas de los clubes a los que pertenecen. Aquí, en cambio, son deportistas amateurs. El fútbol es su segunda profesión. O la tercera.
En esas condiciones, pedir algo más que mucha garra y amor propio era injusto. Las chicas dieron todo lo que pudieron. Dejaron el alma. Cayeron 5-0 y luego 8-0, frente a jugadoras de categoría internacional. Y en la última fecha, frente a El Nacional, un equipo con las mismas carencias, lograron empatar, marcar el primer gol en la Libertadores, hacer historia.
Pero algo debe quedar claro: esta suerte de hazaña no debe ser romantizada. El fútbol no necesita de heroínas; necesita de jugadoras bien pagadas, que entrenen ocho horas al día, en campos en buen estado, con profesionales de primera línea. No tiene sentido que el Estado tramite nacionalizaciones exprés de jugadores extranjeros para que se pongan la blanquirroja y, al mismo tiempo, deje en el olvido a las futbolistas que nos representan, como si fueran ciudadanas de segunda categoría.