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PERUANOS EN EL EXTERIOR

Claudio Pizarro: el adiós de una leyenda del fútbol peruano

El delantero colgó las botas a los 41 años después de certificar con el Werder Bremen su permanencia en la Bundesliga pese a no tener minutos.

Claudio Pizarro: el adiós de una leyenda del fútbol peruano

Si hablamos de fútbol en Perú, debemos hablar de Claudio Pizarro. 'El Bombardero de los Andes' se retiró del fútbol este lunes, después de ver desde el banquillo cómo el Werder Bremen sufría pero lograba mantener la categoría y permanecer un año más en la Bundesliga. Su historia no podía acabar de otra forma.

A sus 41 años, Pizarro deja el fútbol y con él se va el último jugador de campo que empezó su andadura en el SXX. Mucho ha llovido desde que salió de la Academia Deportiva Cantolao rumbo a Deportivo Pesquero para jugar su primer partido en la Primera División peruana en 1996 antes de firmar por Alianza Lima. Pocos podían imaginar que se convertiría en uno de los delanteros más icónicos de los años 2000 en Europa, con mucho peso en plantillas como la del Chelsea, el Bayern de Múnich y, cómo no, el Werder Bremen, su Bremen, donde ha jugado hasta en cuatro etapas distintas.

Con 125 goles oficiales en el Bayern, 153 con el Bremen, 2 con el Chelsea y uno en Colonia, el atacante llegó a los 281 tantos en un total de 695 partidos jugados -es el séptimo máximo goleador de la historia de la Bundesliga- en Europa, donde logró levantar 6 ligas alemanas o 6 Copas de Alemania pero también una Champions League, una Supercopa de Europa, una Copa Intercontinental o un Mundial de Clubes con los de Múnich.

Pero sin duda alguna, si algo le ha quedado pendiente en su carrera como futbolista es triunfar con la Selección. Una Bicolor en la que Pizarro jugó un total de 85 partidos entre todas las competiciones y amistosos desde que debutara en el 99 con 20 añitos, haciendo un total de 20 goles pero dejándola en marzo de 2016, poco antes de que la Bicolor lograra volver a un Mundial, el de Rusia 2018, 36 años después, y a una final de Copa América un año más tarde tras 44 de espera de la mano de Ricardo Gareca.

Con un instinto nato de killer, sin ser el jugador más rápido, ni el más alto, ni el que más saltaba pero letal dentro del área y un seguro rematando de cabeza, Pizarro cuelga las botas con la cabeza alta y el mundo del fútbol rendido a su carrera. Se marcha un grande. De los de antes, de los que ya no quedan.