ALIANZA LIMA
Las razones del descenso de Alianza Lima a la Liga 2
Alianza firmó una de las peores temporadas de su historia con la derrota ante Huancayo. La pesadilla se fue construyendo de a pocos.
Quien diga que está sorprendido por el descenso de Alianza Lima es porque no ha visto un solo partido de los blanquiazules en este 2020. Alianza jugó mal con Pablo Bengoecha, con Mario Salas y con Daniel Ahmed: tres técnicos en un año loco y para el olvido en uno de los clubes más grandes del país, que jugará en la Liga 2 en la temporada 2021.
Las razones de esta catástrofe deportiva son muchas y se remontan, en realidad, a septiembre del 2019, cuando el Fondo Blanquiazul asumió la deuda de la institución con la Sunat y tomó las riendas económicas y deportivas. Pero también van más allá de eso: hubo malas decisiones en lo futbolístico y un alarmante desdén de los futbolistas en varios partidos trascendentales.
Las razones del descenso de Alianza
El Fondo Blanquiazul
Llegaron como salvadores y cerraron el año literalmente huyendo de los enfurecidos hinchas blanquiazules. El Fondo Blanquiazul, integrado por socios e inversores hinchas de Alianza Lima, pagó la deuda que la institución sostenía con la Sunat, con lo que se hizo cargo del manejo del club. En la parte deportiva, contrataron al colomnbiano Víctor Hugo Marulanda como director y decidieron mantener en el cargo de entrenador a Bengoechea. Pero la campaña de fichajes terminó siendo realmente mala: el Fondo Blanquiazul desarmó a un equipo que había sido subcampeón en el 2019 para armar uno que bajó a segunda división.
Marulanda señaló en una entrevista para AS Perú que la salida de Bengoechea después de caer en el Clásico frente a Universitario tomó por sopresa a la directiva, que, sin embargo, aprovechó la larga pausa por la pandemia para tomárselo con calma y contratar a Mario Salas, un técnico bastante respetado en el medio. Pero el grupo ya había sido armado sin ideas claras, con jugadores conflictivos y poco profesionales, y el chileno no pudo
Bengoecha y Salas, como el agua y el aceite
La temporada 2020 empezó con Pablo Bengoechea a la cabeza del equipo. El técnico uruguayo ganó el título en el 2017 y llegó a las dos finales siguientes (2018 y 2019), con lo que se había ganado a pulso la confianza de la nueva directiva. Sin embargo, un pésimo inicio de año, que se consumó con una derrota ante Universitario en el clásico, terminó por provocar la renuncia del ex Peñarol, para la sorpresa de Marulanda y compañía, según el propio director deportivo confesó en entrevista para AS Perú.
La salida de Bengoechea coincidió con la pandemia, lo que le brindó a la institución la posibilidad de elegir con calma a su reemplazante. Después de algunos días, se anunció el nombramiento de Mario Salas, quien fue campeón nacional con Cristal en el 2018 y venía de una campaña más bien floja en Colo Colo. Aún así, su fichaje fue recibido con ilusión por la hinchada íntima, debido a la buena imagen que había dejado en el país cuando aplastó justamente a Alianza en la final del 2018.
Uno de los problemas que Salas no consiguió resolver es que su idea de juego era radicalmente distinta a la de Bengoechea. El uruguayo privilegió siempre la defensa al ataque, el resultado al funcionamiento, la garra al buen toque. El chileno, por su lado, es más bien un técnico ofensivo, al que le gusta que sus equipos pongan la pelota al piso y ataquen con paciencia. Cambiar el chip fue imposible y Salas tuvo que irse por la puerta falsa, con un equipo sumido en la más profunda depresión.
Fichajes que no dieron la talla
Desde que Alianza decidió fichar a Jean Deza, Alexi Gómez y Carlos Ascues a principio de año, la prensa y la hinchada recibieron la noticia con cierto escepticismo: se trataba de jugadores con calidad de sobra para hacer la diferencia en la Liga 1, pero con ciertos comportamientos que habían retrasado sus crecimientos de manera reiteradas y, de alguna manera, patológicos. Los temores se confirmaron rápidamente: Deza fue expulsado del equipo por indisciplinas reiteradas, mentras que Ascues y Gómez fueron perdonados cuando cometieron “excesos”.
Por más que los dos últimos lograron conservar su sitio en el plantel, su nivel futbolístico y su crédito con la hinchada estaban ya mermados. Si a eso le sumamos que el rendimiento de Christian Zúñiga fue tan malo que Alianza decidió rescindirle el contrato hace algunos días, y que Patricio Rubio, que fue un pedido de Salas, no ha cumplido las expectativas ofensivas que se tenían, se puede hablar simple y llanamente de una pésima campaña de fichajes.
La situación empeora si tenemos en cuenta que futbolistas que habían rendido bien, como Fede Rodríguez o Adrián Balboa, no fueron retenidos por más que era su deseo. Por otro lado, Beto Da Silva y Alberto Rodríguez, jugadores con pasado en la selección, también fueron fichados a inicio de año, pero han pasado mucho más tiempo en la enfermería que en el campo, de manera que Salas ha tenido que recurrir a varios juveniles que no estaban en sus planes.
Es natural que una clasificación a la Copa Libertadores se celebre y mucho: más allá del prestigio de jugar un torneo de tal magnitud, los clubes reciben una cantidad nada despreciable de dinero. Aún así, parece ser que el hecho de participar en el certamen continental le jugó, una vez más, en contra a Alianza Lima.
Más allá de que, como ha sucedido en los últimos años, el desempeño de los blanquiazules en la Libertadores fue completamente deficiente (batió el récord de más partidos seguidos sin ganar, con 22), el hecho de tener que jugar partidos exigentes, con viajes incluidos, en medio de un ya congestionado fixture, terminó por liquidar las ilusiones del equipo tanto en el torneo continental como en el local.
El hecho de contar con jugadores agotas física y moralmente se sumó a la falta de apoyo de un público usualmente incondicional y masivo. Es imposible no hacerse la pregunta de si Alianza hubiera bajado con su gente en el campo, algo difícil de imaginar.